viernes, 30 de diciembre de 2011

026.12* PROMOCIÓN DE BELLAS ARTES E. SAN FERNANDO. REENCUENTRO. CASA DE CANTABRIA.Pío Baroja, 10. Madrid

Patrocinada por la Fundación Quirón, se han reunido en esta muestra obras de artistas, todos ellos pertenecientes  a la promoción 1955-60 y de granadas carreras dentro del mundo del arte.

Encontramos allí la obra del escultor Francisco Aparicio, figurativo de muy personal creatividad, que sabe atrapar el espacio entre las formas que modela, en las que la tridimensionalidad adquiere todo su valor plástico. Su escultura es siempre sensitiva y serena.

En manos de Aparicio el broce y el mármol se hacen materia mórbida, como si un hálito de vida le hubiera sido insuflado.

Contemplar sus esculturas es contemplar la belleza y sentir la emoción de la poesía. Es, sin duda, uno de los escultores punteros del arte español de estos tiempos, pues su escultura que está en permanente creciente, no pierde actualidad. Es escultura de hoy y de siempre.
 Dos pintoras, Carmen Galparsoro y Pilar Bernier beben de la inconformista corriente coetánea con ellas, que introdujo en España el Equipo Crónica, asumiendo de alguna manera el paradigma del arte pop, que desde Londres terminó recalando, para su mayor esplendor, en la Nueva York de Andy Warhol
.









Los cuadros mostrados son claros exponentes de lo dicho.


María Calvet, alejada ya de su cátedra en la Facultad de Bellas Artes de la U.C.M., muestra sendos cuadros, que suponen una innovación a su reconocida pintura.

Cuadros, en los que prima el azul y los contrates de luz, diferentes a aquellas composiciones, donde los verdes primaverales o las amplias gamas cromáticas con que el otoño tiñe las hojas, en los que nos introducía en bosques ubérrimos, característicos de esta reconocida artista.





Compañeros de clase y compañeros de por vida,  Isabel Cabanellas y Antonio Eslava están presentes con sendos aguatintas y sendos grabados: Isabel, pintora esencial, que crea sus cuadros tras compleja meditación, pinta formas reconocibles, que encierran siempre un enigma por descubrir. De forma paralela, Antonio, grabador, pintor y escultor, en sus cuadros lanza estímulos para que la obra llegue al ánimo del que la observa, creando en su intelecto la inquietud de lo incógnito.

Pilar Muro, alma mater de esta muestra, presenta diversos óleos de distinta factura y motivos realizados con el rigor que le da su formación.

Y terminamos admirando unos magníficos óleos de María José Redondo, que abandonando las tierras, que en gran parte de su carrera han sido los motivos primordiales de su inspiración, se ha pasado a la interpretación del mar y nos muestra la serie, que ella denomina “Olas”, de interesante y  personal factura, en los que están presentes los principios esenciales del yin y del yang: la violencia del rompiente y la serenidad del espacio.


Un exposición, heterogénea en su conjunto, pero, por lo mismo, muy interesante para el espectador, pues en ella se puede gozar del arte visto desde distintas ópticas creadoras, con piezas de un muy notable valor artístico

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