martes, 12 de febrero de 2013

063.02* CARLOS MORAGO GALERÍA DE ARTE ANSORENA. Alcalá, 52. Madrid





Carlos Morago, (Madrid, 1954), inicia en 1977 su recorrido como pintor, consiguiendo dos premios, que ya le auguran una carrera artística fecunda, a la que se da con total vocación y entrega.

Los trazos, que va dejando su obra, son indelebles y reconocibles, pues Carlos Morago sigue, desde su origen, una pauta, una regla, su paradigma, convencido de aquello que quiere comunicar y de cómo lo quiere comunicar.



Sus cuadros están compuestos con rigor arquitectónico. Sus perspectivas son exactas, sus líneas rectas y fugas insistentes y, en cierto aspecto, abrumadoras, cuando representa, en impresionantes composiciones, interiores, sean habitaciones, pasillos, pasadizos o tránsitos, en los que al final siempre está la luz, que alivia el ánimo.

Su fascinación por las imágenes arquitectónicas y por las líneas de  fuga, hace que sus modelos exteriores estén constituidos por edificios, que, o bien están formando calles, o bien proyectados al firmamento, representando sus volúmenes mediante un juego rigurosamente medido y estudiado de sombras y de luces. O por jardines y patios donde la mano del hombre ha ordenado el espacio.

De todas ellas emana la saudade de un poema de Rosalía de Castro o Valentín Lamas

La técnica del pintor, (habitualmente óleo sobre tabla), es delicada, minuciosa, que concede a los cuadros una apariencia elegante y sensitiva, con un atractivo parejo al que se desprende de los trabajos de criselefentina.

Aedo del silencio, bardo de la soledad, aravico de las ausencias y de la melancolía, fortalecida por unos colores fríos, con predominio del blanco de sus infinitas tonalidades, en su juego con el negro, el azul y el verde, este es nuestro artista.

El pintor elige sus modelos y a partir de ellos construye sus imágenes según conviene a su intención expresiva, dibujando primero las líneas maestras de sus composiciones, en donde la escuadra y el cartabón juegan sus partes proporcionales. Sus escorzos de puertas alcanzan niveles de brillantez difícilmente superables.

En la colección de cuadros de mediano tamaño que presenta, (óleo sobre papel), la perfección alcanzada, en la depuración de su pintura de todos aquellos elementos que son contingente a la esencia de la representación, es más que notable.

Son obras que respiran un lirismo empático, que nos alcanza.

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