lunes, 15 de abril de 2013

071.04* ALEX KATZ . SUMMER IN MAINE. GALERIA JAVIER LÓPEZ. La Florida. Madrid






Alex Katz, (Brooklyn, 1927), es un precursor y un artista consagrado, cuyo paradigma ha sido adoptado por otros muchos pintores alrededor del mundo.

La arquitectónicamente destacable Galería Javier López nos proporciona una nueva oportunidad de contemplar y valorar la obra de este artista, que, volando sobre su edad, sigue trabajando con la misma intensidad y pasión, que lo haría un joven novel deseoso de abrirse camino.


En efecto, la obra presentada está compuesta por una decena de cuadros de gran formato, (óleo sobre lienzo), y otras tantas obras de pequeño formato, (óleo sobre tabla), a modo de bocetos o “notas previas”. Son cuadros que recogen sus “vivencias” tenidas durante sus vacaciones en Maine, durante el pasado verano, recogidas en retratos de familiares y amigos, cuyo modelo expresivo se ha convertido en símbolos de la contemporaneidad, a pesar de su impronta un tanto camp o retro, pues esencialmente es la atemporalidad su signo diacrítico.

En estas últimas obras la economía de la línea y el matizado uso del color nos hablan de la seguridad y claridad de una visión, que ha mantenido a lo largo de su carrera.

Se trata de imágenes esenciales, luminosas, directas y nítidas, en las que una paleta reducida, pero intensa y sensual, se combina con una pincelada ligera, para representar los motivos en una particular perspectiva bidimensional, que impide  cualquier etiquetamiento.

Es conocido que Alex Katz encontró su lugar en la escena artística norteamericana a finales de la década de los 50, con una estética que anticipaba el Pop Art, conciliando la abstracción y el realismo de posguerra en un estilo figurativo que definió como “totalmente americano”, y, en efecto, rememora a los pintores de la “Ashcan School” y a Hopper entre ellos.

Del movimiento abstracto americano le interesaron el gran formato y el énfasis en la superficie plana del cuadro. Como “avant garde” del Pop Art, la influencia de los nuevos medios de comunicación, el uso de colores planos y brillantes y la preferencia por escenas de la vida cotidiana aparentemente intrascendentes.

 Frente al grafismo opta por la exploración de la luz, como elemento modulador de la superficie pictórica. Su interés por las manifestaciones creativas de la cultura de masas (el cine, la publicidad, el cómic, la fotografía) lo aproximan a la sensibilidad plástica de los artistas de las nuevas generaciones.


Katz realiza una personal lectura del retrato, ya que su objetivo no es una representación fidedigna de los rasgos físicos o el estudio psicológico del retratado. Pintados del natural en una sola sesión, a pesar de sus amplias dimensiones nos resultan profundamente íntimos: El personaje mira al espectador o bien se gira para darle la espalda en un recurso de acostumbrada familiaridad, que caracteriza su interpretación de la cotidianeidad de estas escenas.

El paisaje es el otro género pictórico predilecto desde que estudiaba arte en Maine, entendiendo la naturaleza como un conjunto de espacio y luz en constante evolución.

En sus últimas series sobre flores hay una vitalidad atemporal, que ya se intuía en sus conocidas composiciones paisajísticas de los 90. En éstas, las brillantes manchas cromáticas, que definen los distintos tipos de flores, destacan sobre campos planos, Son formas que están a punto de disolverse en la abstracción y en la uniformidad del tono, elemento recurrente en sus estilizadas imágenes, que el pintor reconoce como más instintivas que descriptivas.

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