miércoles, 15 de mayo de 2013

076.05* JOSE MIGUEL PALACIO HIPERREALISMO URBANO ANSORENA GALERÍA DE ARTE. Alcalá, 52. Madrid.







La polémica surgida entre el pintor español, Bernardo Torrens y la dirección artística del Museo Thyssen Bornemisza, al excluir inicialmente de la muestra “Hiperrealismo 1967-2012” los desnudos de este artista, nos ha hecho meditar sobre la fragilidad que decisiones de este tipo presentan, ante el poder que otros factores de relación e influencia pueden ejercer, para modificarlas en un sentido contrario, así como sobre la carga de arbitrariedad que contienen unas y otras.


En realidad, nada tenemos que objetar sobre la oportunidad de que este artista español, sin duda figura importante en el fotorrealismo patrio, se encuentre, con su obra, entre las figuras más relevantes del panorama mundial de este estilo pictórico. Incluso hemos de manifestar satisfacción.

Pero cuando se acude a contemplar la obra que José Miguel Palacio, (Zaragoza, 1950), muestra  en Ansorena, y se goza con los cuadros en ella expuestos, nos viene a las mientes la pregunta de por qué Torrens sí y no Palacio, en esa muestra itinerante por distintas ciudades europeas.

Porque los cuadros de Palacio, son de un virtuosismo tal que asombra y nos vence.

Sus cuadros de gran tamaño, rompen con la ”norma” del fotorrealismo de centrase en el detalle, representando, por el contrario, escenas más globales y panorámicas, donde la particularidad, el rasgo específico y el pormenor, pasan a ser elementos coadyuvantes para aumentar la riqueza de esa realidad subjetiva e ideal, que el artista persigue plasmar en el cuadro.

Ante un cuadro de José Miguel Palacio no es posible quedar impávidos, por el contrario quedamos  prendidos y admirados, con distintas sensaciones que nos acercan a la realidad captada, metiéndonos, incluso, dentro del cuadro, o nos hacen “voyeurs” de la calle, a través del indiscreto cristal de un escaparate, u observadores alejados de las pistas de un aeropuerto, o cercanos curiosos espectadores de “talgos” y “altarias” , desde los andenes de una importante estación ferroviaria…, proponiéndonos “habitar un territorio sin pretender una réplica del mismo”, como dice Carlos Delgado en el catálogo de la exposición.

En los cuadros de Palacio se percibe unas ciertas sinestesia y entropía, en feliz contrapunto a la frialdad, pasividad e inacción, que suelen acompañar a los lienzos fotorrealistas, todo lo cual los hace más próximos al que los contempla.

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