viernes, 31 de octubre de 2014

110.10* MATTHIAS KANTER. YELOW OF A DRIED LEMON. GALERÍA ASTARTÉ. Monte Esquinza, 8. Madrid



La colisión dialéctica entre colores y la narración cromática en que se sintetiza la totalidad compositiva, es lo que no solo seduce a este artista alemán, (Dessau, 1968), sino que es el objetivo obsesivo en su producción artística.


Siendo uno de los pintores actuales que aceptan el legado aportado por el siglo XX, nucleado en el paradigma del color y de la forma como esencia ontológica de la pintura, le es permitido realizar una pintura liberada de cortapisas dogmáticas, explorar universos expresivos imaginarios y plasmarlos en creaciones, no sólo “difíciles de explicar con palabras, sino también imposibles de representar en fotografías”, según el propio Kanter manifiesta.

La pintura veneciana del los siglos XVI y XVII, de la que es apasionado estudioso, es para él fuente inagotable de inspiración a la par que le ha abierto su espíritu al reconocimiento del color, no como materia inerme extendida sobre el lienzo, sino como materia animada y cambiante, tal cual “el amarillo de un limón seco”, que Tiziano supo re-crear, cuando pintó el abrigo del dux Francesco Venier.

Sus creaciones son co-rrelatos interpretativos de cuadros de los grandes maestros clásicos, de los que toma los colores que definen la entidad formal y armónica de las composiciones y de los juegos de contrastes que entre ellos se verifican. A partir de aquí, como Mark Rothko, Joseph Albers o José Guerrero hicieran, se ha afanado obstinadamente en descubrir las calidades y la “vida” con que los colores, en sus infinitas tonalidades y matices, pueden ser expresados.
           
Desde esta dualidad pictórica, su iconografía se sintetiza y simplifica de forma sustancial y se articula en torno a elementos separados, pero interrelacionados entre sí, -que se corresponden con los diversos componentes figurativos del cuadro que transpone interpretativamente- y que se concretan en distintas formas cilíndricas, distintamente coloreadas y matizadas y organizadas con cierta intención imitativa de las figuras del cuadro originario, del cual se re-interpretan, de forma muy sintética y simplifica, los fondos y los colores de suelos, cielos y paisajes.

Las obras de Matthias Kanter están minuciosamente trabajadas. Desde su personal interpretación de la pintura, satura al espectador de colores, armonías y contrastes, apelando a los sentidos, que se sumergen en un universo excitante de naturaleza cuasi paranormal.


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