miércoles, 5 de noviembre de 2014

112.11* XURXO GÓMEZ-CHAO. EN EL JARDÍN INTERIOR. GALERÍA BAT ALBERTO CORNEJO. María de Guzmán, 61. Madrid






Quizá Xurso Gómez-Chao, (La Coruña, 1960), pretenda representar sueños, o quizá no; quizás solo pretenda representar realidades. Quizá pretenda escenificar laberínticamente universos simbólicos, que bullen en su consciencia, o quizá pretenda, simplemente, sorprendernos con sus cuidadas composiciones fractales.


De alguna forma, él mismo lo dice al reconocer que su obra se debate en una “eterna confrontación entre lo racional y lo visceral, entre los material y lo onírico, entre el constructivismo y el pictoricismo, entre la ingenuidad y el escepticismo”.

Lo cierto es que sus cuadros son delicados sistemas planetarios en los que flotan y actúan todo tipo de objetos: muñecos, flores, hojas, tijeras, cintas de escribir a máquina…, en absurdos “totum revolutum” de impactante resultado y convincente efecto estético.

Y es que el artista, auxiliándose de modernas técnicas y materiales, -fotografía lambda, procesos geclèe, papel I, dibond,…-, obtiene unos cuadros luminosos, coloristas, sugerentes y siempre sorprendentes, bellos y poéticos, que invitan a su contemplación y a la reflexión, pues sugieren mundos en los que late la vida, que parece correr a través de las capilaridades de enredados filamentos vegetales, que sirven de entramado formal para dar coherencia a la composición, y ser hilos conductores de nuestras elucubraciones a la búsqueda de sus más profundos significados.


Como ocurre con El Bosco o con Chagal, no basta una mirada global a la totalidad de cada cuadro para quedar conformes y gratificados, sino que la visión y el análisis minucioso de los detalles multiplican la satisfacción estética e intelectual del espectador, que desde el  inicio se encuentra ya atraído e interesado por lo que ve.

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