lunes, 23 de febrero de 2015

119.02* CHEMA LÓPEZ. EJECUCIÓN EN EFIGIE. GALERÍA PAULA ALONSO, Lope de Vega, 20. Madrid.


  
Desde los orígenes de la fotografía, sus practicantes vienen investigando las posibilidades que existen para convertir la foto en obra de arte plástica, partiendo desde el mismo momento en que  la lente de la cámara se fija en el objeto a fotografiar, siguiendo por el tratamiento del cliché en el laboratorio y por su revelado, -sustituidos ahora por  procesos digitales-, y el  manipulado del negativo y terminando por el positivado final,  para dar a la fotografía el mismo valor plástico y artístico que el pintor otorga a su obra.


Con esta corriente pictorialista, se abrió el debate permanente entre sus adeptos y los puristas, en los que priman los valores testimoniales y de denuncia social de la fotografía, sobre los puramente estéticos y los de la perfección técnica conseguida.

Paralelamente, también desde sus orígenes, la fotografía ha sido elemento instrumental de los pintores, que han venido valiéndose de ella para obtener bocetos, que toman como base para su particular interpretación del objeto fotografiado según sus estilos propios, hasta llegarse al descubrimiento de las posibilidades estéticas y expresivas del hiperrealismo fotográfico.

Faltaba dar otro paso y lo dieron, entre otros, Gerhard Richter, seguido por Luc Tuymans, - que creó escuela-; sus seguidores llevan a los lienzos la mímesis de la fotografía, intentando interpretar la imagen fotográfica en sí misma, no la realidad captada por aquella, como fin al menos mesológico de la acción creativa, si bien su finalidad teleológica esté imbricada en un compromiso personal del artista con el mundo en que vive.

Este es el posicionamiento, entendemos, de Chema López, (Albacete, 1969), pues en cada uno de sus cuadros, al interpretar representativamente  el significante de la fotografía que le sirve de modelo, re-interpreta su significado, dotándolo de una nueva dimensión simbólica.

Así como el “pictorialista” quiere hacer pintura con la fotografía, Chema López quiere hacer fotografía con la pintura, lo que constituye la otra cara de la misma moneda o el cierre del círculo, en que pintores y fotógrafos se desenvuelven intelectualmente, investigando las posibilidades expresivas de ambas actividades artísticas y sus mutuas concomitancias.

Como cada artista actual, Chema López persigue con su obra realizar una diégesis plástica de sus inquietudes emocionales y racionales, conscientes o en el umbral de la inconsciencia, desarrollando un discurso coherente, como el que impregna a las obras de esta colección, que presenta bajo el título de “Ejecución en efigie”.

 La ausencia de color en estos cuadros, -pues solo existen el blanco y el negro-, realizados con impecable y elaborada técnica, supone una cierta sorpresa para el observador y un acicate para acercarse a ellos con una importante dosis de curiosidad, que estimula el deseo de hacer el intento de interpretarlos y desentrañar su semasiología, aplicándole la hermenéutica de la que el espectador debe dotarse para ello.



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