sábado, 27 de junio de 2015

125.06* PAMEN PEREIRA TAMPOCO EL MAR DUERME . GALERIA ASTARTE. Monte Esquinza, 8. Madrid




Cuando se entra en la sala, en la que están expuestas las obras de Pamen Pereira, (El Ferrol, 1963), se percibe un cierto ambiente mágico, cuyo origen está en la energía potencial, con la que están cargadas sus obras.


Todas ellas levitan en el espacio, creando en el observador una sensación de cierta  inestabilidad cenestésica, pues se produce una especie de sinapsis emocional entre el objeto observado y el espectador, lo que acentúa el interés en su contemplación.

Pamen Pereira juega también con la contradicción, así hace volar a reproducidas vértebras de vaca dotadas de alas de plomo, formando una esfera, que presumimos pueda constituir un elemento apotropaico, resultante de cualquier formulación esotérica.

Sus mantras, escritos con humo de vela sobre pan de oro, dejan suspendido el raciocinio, para permitir que el inefable soplo del espíritu poético penetre con facilidad en el espacio de las emociones, a las que el humano se abre en estas circunstancias.

Lo mismo ocurre con su jardín suspendido, realizado como un mándala hinduista, que impulsa, por su sola contemplación, a la meditación. Es arte aplicado a lo trascendente.

Sorprendente, por su propio contenido y por lo inesperado, es su creación “Tampoco el mar duerme”, en la que, conjuntando ciencia y arte y en lo reducido de una pequeña pecera esférica, la artista reproduce el mar encrespado por una fuerte galerna, que estalla, sin solución de continuidad, en terribles olas de cuyas crestas el huracán arrebata airones de espuma. Su contemplación fascina.


En fin, hablamos de arte plástico, ciencia y poesía unidos por la creatividad y la heurística de esta artista polifacética, que es capaz de emplear, como depurado y cuidado lenguaje formal, todo tipo de medios y procedimientos para crear mundos que sugieren lo arcano, lo mistérico, lo enigmático y, también, lo bello.

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