A Coro López Izquierdo le fascina
lo antiguo, lo cargado de días y manchado por los años y por la acción
vivencial del hombre, presente en sus cuadros a través de sus señales.
A esta artista de la plástica y
de la arquitectura le subyugan los edificios vetustos, signados por la herrumbre en cierres y herrajes, y por el
verdín, con que los crepúsculos y las auroras han festoneado las fachadas y los
patios.